¿Qué es
la filosofía? O incluso más importante aún, ¿qué es la filosofía para nosotros?
Muchas personas la definirían como una ciencia que se encarga de poner en duda
todo lo que nos rodea. Otras, en cambio, la definirían como una actitud hacia la vida, una
actitud inconformista. Y algunas, como un camino que hace que nunca pares de buscar
preguntas. Pero, y volviendo al punto de partida: ¿hay alguna utilidad en
todo ello? ¿Tiene sentido rebuscar y rebuscar?
Antes de responder a este interrogante podríamos
plantearnos otro mucho más sencillo de responder: ¿es útil la ciencia? La
respuesta a esta pregunta es, para la mayoría de las personas, diáfana: ¡sí! Pero,
¿qué tiene la ciencia que la convierte en algo útil?
De todos es sabido que la ciencia nace de la experimentación,
es decir, todo el conocimiento que extraemos de ella es empírico. Por ejemplo,
cuando un científico quiere demostrar una teoría, tiene que aportar una serie
de datos, de relaciones y de realidades que ha obtenido mediante experimentos
combinados con el uso de su razón. Y cuando consigue que se cumplan todas esas
condiciones, es capaz de verificar el enunciado del que partía su experimento y establecer, de esa manera, una teoría.
El conocimiento científico, por lo tanto, es racional y
tiene una finalidad. En el ejemplo anterior, la finalidad de las indagaciones del científico era demostrar esa teoría.. Pero,
¿acaso la filosofía puede hacer lo mismo? En contraposición al conocimiento
científico, la filosofía no da un sí rotundo a todo lo que descubre, es más,
deja puertas y ventanas abiertas para el posible nacimiento de más preguntas
con respecto a todo lo que nos rodea. La filosofía, entonces, ¿no servirá más que
para hacernos preguntas y no obtener respuestas? ¿No será, como afirmaba Karl Jaspers, más que un ir de
camino buscando lo que no se tiene?
Las diferencias entre la filosofía y la ciencia son evidentes, Ortega dejó clara constancia de ello. La ciencia persigue una finalidad, (por ejemplo, la demostración de una teoría,), mientras que para la filosofía el camino que se recorre
para llegar a algo es más importante que ese "algo” final. La ciencia es
concreta y limitante, mientras que la filosofía
está abierta a todo. La ciencia busca la obtención de respuestas exactas, aunque sea penúltima, busca
soluciones.
Sin embargo, la filosofía se plantea preguntas, problemas. Por ejemplo, si a un biólogo le preguntan que qué es el ser humano, respondería: un conjunto de células que realizan las tres funciones vitales. En cambio, si se lo preguntamos a un filósofo, como por ejemplo, Platón, respondería: "el hombre es un alma racional encadenada a un cuerpo material y sensible que busca salir de él para retornar a un estado original de perfección a través de una lucha continua".
Sin embargo, la filosofía se plantea preguntas, problemas. Por ejemplo, si a un biólogo le preguntan que qué es el ser humano, respondería: un conjunto de células que realizan las tres funciones vitales. En cambio, si se lo preguntamos a un filósofo, como por ejemplo, Platón, respondería: "el hombre es un alma racional encadenada a un cuerpo material y sensible que busca salir de él para retornar a un estado original de perfección a través de una lucha continua".
Ahora bien, aunque las diferencias
entre ciencia y filosofía sean tantas, ambas también cosas en común. ¿Qué
haría la ciencia sin la filosofía? O, ¿qué haría la filosofía sin la ciencia? Ambas
nos acercan a nuestro mundo utilizando la misma herramienta. la razón. Ambas buscan que comprendamos todo aquello que está a
nuestro alrededor. Ambas ansían, al fin y al cabo, alcanzar un conocimiento último y universal, ¿Por qué
entonces, si son tan parecidas, nos empeñamos en separarlas?
Si nos remontamos al siglo VI
a.C. a Grecia, y más concretamente a la región de Mileto, nos toparíamos con el que para algunos es el padre de la filosofía, Tales. Este filósofo milesio empezó a cuestionarse el por
qué del espacio, del tiempo, el por qué del movimiento estelar. Y no lo hizo solo de una manera científica, ni, solo de una manera filosófica, sino que lo hizo empleando y sirviéndose de
ambas. Después de él, muchos otros como Parménides,
Anaxágoras, o Heráclito, hicieron lo mismo. Todos ellos buscaron la manera de conocer mediante las dos fuentes de conocimiento de que disponemos: la razón, y los sentidos. Por eso, en palabras de Giacomo Marramao, “las interrogaciones filosóficas se sirven de la experiencia, no del experimento, y por ello solo pueden utilizarse en los símbolos, metáforas, palabras clave con las cuales intentamos conocer la realidad en la que vivimos”.
De ahí que, si nosotros, inicialmente, consideramos la ciencia como un saber útil, y hemos comprobado que la ciencia y la filosofía tienen muchas más cosas
en común de lo que parece, ¿por qué no considerar también útil la filosofía?
Ahora bien, ¿cómo surge? ¿De qué manera aparece la filosofía? Las personas llevamos dentro de
nosotros la curiosidad y las ganas de descubrir el por qué de todo. Por eso, cuando la
ciencia no fue capaz de cubrir nuestra necesidad de saber mediante sus
experimentos y teorías, surgió la filosofía. Cuando nos planteamos preguntas que, a
priori, no parecen tener respuesta, también hacemos filosofía. Y cuando reconocemos nuestra ignorancia porque no lo sabemos todo, filosofamos, de la misma manera que lo hizo Sócrates.
Pero, aunque este proceso parezca sencillo, es más complicado
de lo que parece. Antes de entrar en contacto con el mundo filosófico, la
mayoría de las personas viven en un estado de indiferencia ante el mundo. No se
plantean dudas, no se cuestionan nada. Por eso, sabemos que nadie nace
filósofo, sino que se hace y que, poco a poco, aprende a serlo. La manera de hacerlo es
aprendiendo a filosofar, es decir, a utilizar nuestra propia razón de manera
libre para encontrar aquello que buscamos. Por eso, ya lo decía Kant, “no es posible aprender filosofía, únicamente se puede aprender a filosofar”.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo convertirnos en personas capaces de
hacer filosofía? La respuesta, para los filósofos es simple. Siendo críticos,
siendo capaces de formular preguntas a las preguntas, no aceptando lo ya
establecido, sino cuestionándolo. Pensando, utilizando nuestra propia razón,
liberándola, rebuscando sin descanso en nuestro interior, convirtiéndonos en
ávidos detectives de la verdad. Rechazando el conformismo, consiguiendo hablar desde las cosas, no de las cosas, viviéndolas, involucrándonos
y ayudándonos a nosotros mismos y al mundo a abrir los ojos. Tal vez por eso, Hegel llegó a la conclusión de que "la filosofía es el mundo al revés".
Por lo tanto,
este proceso que parece tan complicado, ¿es útil? ¿Acaso es útil aprender a
filosofar, a tener una actitud crítica? Previamente, planteamos como la ciencia
es la antítesis de la filosofía, describiendo las diferencias entre ellas, para
llegar, en definitiva, a un punto en común. Decíamos, por lo tanto, que la ciencia era un saber útil, y viendo que existen cosas en común con la filosofía, podríamos concluir que esta última también lo es.
Aunque
la conclusión es clara, yo, personalmente, respondería a la pregunta inicial
sobre la utilidad de la filosofía de esta forma: si queremos llegar a ser
personas, la filosofía nos ayudará en ese camino, sino, podemos seguir haciendo
lo que hasta ahora.
Ejercicio realizado por Andrea Real, alumna de 1º de Bachillerato Internacional
Imagen: "No future", de Banksy (graffiti)
Sin palabras me he quedado al ver que lo ha escrito una alumna tuya :O
ResponderEliminarDebe ser gratificante tener semejante εραστής της σοφίας aprendiendo de ti!