De sobra es
conocido el célebre encuentro entre Diógenes de Sinope y Alejandro Magno en
Corinto. El gran conquistador macedonio había oído hablar del filósofo cínico y
salió a su encuentro con algunos de sus oficiales por las calles de la ciudad
hasta que dieron con él sentado al lado de un tonel y tomando el cálido sol del
mediodía. El rey macedonio, que apenas contaba con veinte años, se plantó ante
Diógenes montado en su caballo y proyectando su sombra sobre el filósofo
exclamó: “pídeme lo que quieras”, a lo que Diógenes respondió vociferando: “entonces,
aparta que me tapas el sol”.
Esta breve
anécdota nos sirve para reflexionar sobre la máxima del cínico: no hay que ser
esclavo de nada ni de nadie en el pequeño universo donde uno encuentra su
lugar. Poseer, no da la felicidad.
Es evidente que
frente a este encuentro se ejemplifica la polarización extrema de la existencia
humana, ya que, en palabras de Séneca: “no es pobre el que tiene poco, sino el
que ambiciona más”. Por eso Diógenes deja claro a Alejandro con su actitud la
imposibilidad del rey de arrebatar la libertad a un hombre que solo tiene un
bastón, un zurrón y una túnica hecha jirones.
Así, el filósofo
pone en evidencia la inferioridad del tirano. El sabio está por encima de esa
ambición, de todo aquello que pudiera poseer: riquezas, honores, poder. Porque
todo eso es, para el cínico, vanidad. De esta manera, el hombre es libre cuanto
más reducidas son sus posesiones, porque así resultará muy difícil arrebatarle las
cosas que son verdaderamente importantes: “que tu vida represente el mínimo
botín posible”, solo así, el hombre podrá alcanzar la verdadera felicidad.
“Y es que, en el
fondo, son más las cosas que nos atemorizan que las que nos atormentan” (Séneca), y
sufrimos más a menudo por lo que imaginamos que por lo que sucede en realidad.
Por eso, “si dejas de esperar dejarás de temer”.
Y es que la libertad
es siempre inquietante, pero es así como debe de ser. La mitología se encargó
de sentar las bases del amor posesivo en la diosa Hera, casada con Zeus y
siempre enfadada porque no quería separarse de su marido ni un solo instante. Así,
el dios del Olimpo, cansado de esta actitud posesiva y absorbente decidió
engañarla. La posesión ahogó a Zeus y este solamente comenzó a ser libre cuando
fue consciente de que esa sensación de dejarse ir era la única manera de
salvarse, de seguir viviendo.
Pero contario a
este tipo de posesión que representa Hera, se nos aparece Afrodita, diosa del
amor y de la belleza, precursora de las relaciones liberales, independiente e inteligente: libre por encima
de todo y de todos.
Y es que, frente
a ese sentimiento de posesión se encuentra el amor sincero, independiente,
autónomo, separado y soberano, no cautivo, ni preso, ni esclavo, que ni es
sometido ni desea someter.
Así que, si
alguna noche escucháis a un locutor de radio plantearse, ¿qué tiene poseer
cosas?, serviros una buena copa de vino y acordaos de Diógenes y de Afrodita y hacer
vuestra la máxima de Hecatón: “Yo te descubriré un modo de provocar el amor sin
filtro mágico, sin hierbas, sin ensalmos de hechicera alguna: si quieres ser
amado, ama”.
(Imagen: Antonio Cánova, "Eros y Psiqué", 1793, Escultura en mármol)
¿por que sentimos la necesidad de poseer cosas?..."al poco tiempo lo que te gustaba...lo que has cambiado...y lo que no te gusta se convierte ne la misma cosa....como una acuarela bajo la lluvia"...Poseer no da la felicidad, y creo que la comenzamos a vislumbrar cuando iniciamos el camino de desposeernos de esas cosas que nos educaron a querer con la promesa no escrita de cubrir todas nuestras mayores expectativas...ama...ama!!...y ensancha el alma!!!!!...gracias profesor!!
ResponderEliminarPuede llamarse feliz aquel que, merced a la razón, nada teme ni desea. Lo dijo un cordobés, filósofo, estoico y preceptor de un emperador romano. Tenía tantas cosas que al final se liberó de todas para garantizarse la paz interior y la imperturbabilidad del alma. Se llamaba Lucio Anneo Séneca
Eliminar"Porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer". Horacio Oliveira.
ResponderEliminarY lo verdadero es solo un ejemplo de lo real, creo que fue Paul Klee, hermana.
Eliminar"Ama y haz lo que quieras"
ResponderEliminarSan Agustín, Pedro, San Agustín. Te pegaba más una de Nietzsche, pero todo se andará
EliminarLa felicidad Groucho Marx. Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna.
ResponderEliminarCon respecto a mi comentario anterior. Las cosas pequeñas, lo relativamente asequible da la felicidad: Un pequeño abrazo de un amigo, una leve mirada de tu pareja, coleccionar cosas accesibles, el atardecer en Cádiz y(el amanecer), un rato con los amigos, un pedazo de whisky, un beso...
ResponderEliminarGracias, maestro, por haberme enseñado a dejar de esperar y, así, a dejar de temer.
ResponderEliminar