En esta disertación
hemos de decidir si hacer filosofía hoy en día tiene sentido o no. Pero antes
centraremos la atención en unas cuestiones previas: ¿qué es hacer filosofía? y
¿cómo es la vida hoy en día?
Respecto de la
primera cuestión, etimológicamente hablando, el término filosofía se refiere al amor por
el conocimiento. Dice Schopenhauer que “la filosofía nace del asombro que en
nosotros produce el mundo y nuestra propia existencia”. Eso es principalmente
la filosofía, un saber de preguntas y no de respuestas, un método de vida que
consiste en estar alerta constantemente, cuestionándonos todo aquello que pasa
por delante de nuestros ojos, y lo que se escapa a nuestra percepción.
Ante la segunda
pregunta, vivimos en una sociedad capitalista, tecnológica y tremendamente
consumista, en la que lo único que nos interesa son las cosas útiles. Buscamos
respuestas rápidas y concisas a los problemas que nos acontecen y esto se debe
al alto nivel de vida que llevamos. Como dice Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida, "en la época
actual, la de los grandes descubrimientos técnicos, en el mundo del microchip y
del acelerador de partículas, en el reino de Internet y la televisión digital:
¿qué información podemos recibir de la filosofía?”
La sociedad nos ha enseñado a buscarle la utilidad a las cosas, y a desechar aquellas que carecen de la misma. Isaiah Berlin, discípulo predilecto de Wittgenstein, comenzó su vida académica en la rama de la filosofía, pero pronto abandonó este camino para dedicarse a otra cosa. Cuando fue preguntado acerca de ello respondió: “es que quiero estudiar algo de lo que al final pueda saber más que al principio.” ¿Qué subyace en esta afirmación sino el devenir de la sociedad, el abandono de la filosofía para centrarse en algo más útil? Ante esta situación cabe realizarse una nueva pregunta: ¿qué es útil?
La sociedad nos ha enseñado a buscarle la utilidad a las cosas, y a desechar aquellas que carecen de la misma. Isaiah Berlin, discípulo predilecto de Wittgenstein, comenzó su vida académica en la rama de la filosofía, pero pronto abandonó este camino para dedicarse a otra cosa. Cuando fue preguntado acerca de ello respondió: “es que quiero estudiar algo de lo que al final pueda saber más que al principio.” ¿Qué subyace en esta afirmación sino el devenir de la sociedad, el abandono de la filosofía para centrarse en algo más útil? Ante esta situación cabe realizarse una nueva pregunta: ¿qué es útil?
A menudo, soy
preguntado acerca de la utilidad de mis estudios profesionales en el ámbito de
la música: ¿para qué lo haces? ¿De qué te sirve? Pues bien, salvando el hecho
de que es una gran fuente de enriquecimiento cultural, no todo lo que hagamos
en esta vida ha de ser útil, muchas cosas no lo son, y a muchas otras todavía
no las hemos encontrado esa utilidad. Parece ser un gran símil con la filosofía:
la filosofía es fundamental e imprescindible en nuestra vida y nuestra
sociedad, ¿por qué? Es sencillo. Porque la filosofía nace al mismo tiempo que la ciencia en
Mileto, en la Antigua Grecia. Y estas dos amigas han ido de la mano gran parte
del tiempo hasta que en una discoteca llamada Renacimiento ambas se enamoraron
del mismo chico y se separaron. Desde entonces la ciencia ha crecido
exponencialmente, y la filosofía ha ido perdiendo importancia paulatinamente.
La ciencia se ha ido convirtiendo en la típica adolescente influenciable que
se deja corromper por malas influencias, por nuevos amigos, como el poder. El poder ha
corrompido a la ciencia: la información es poder, ¿quién no ha oído hablar de
esta frase?
Los científicos se convirtieron en siervos del poder, y esto ha llevado a grandes
desastres en la historia más reciente de la humanidad, véase el caso de las
bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki o de las técnicas de exterminio en los campos de concentración.
Por suerte, como todo cuento de Hans Christian Andersen, esta historia tiene un final feliz. La ciencia está siendo consciente de todo el mal que ha hecho y, con el tiempo, volvió a
coincidir con una prima de su antigua amiga la filosofía llamada Ética, y esta está
consiguiendo, como buena celestina, encauzar las antiguas relaciones que ambas vinieron manteniendo desde hace más de 25 de siglos.
Las malas
lenguas, sin embargo, han introducido un murmullo en forma de prejuicio entre
ambas amigas. Se trata de la utilidad de la ciencia frente a la inutilidad de
la filosofía. Nigel Warburton establece en la introducción de su libro “Filosofía básica” tres argumentos por
los cuales la filosofía es útil y merece la pena. El primero de ellos es el de
someter la vida a examen. Dice: “una de las razones de mayor peso para
dedicarse al estudio de la filosofía es su capacidad para ocuparse de
cuestiones fundamentales que afectan al sentido de la existencia.” Todos alguna
vez nos hemos preguntado cuál es el sentido de nuestra existencia o por qué
estamos en este mundo y no en otro. Estas preguntas, o quizá otras menos
trascendentes pero de semejante naturaleza, son a menudo planteadas por los
niños a sus padres. Calicles le dijo una vez a Sócrates: “La filosofía es
ciertamente, amigo Sócrates, una ocupación grata, si uno se dedica a ella con
mesura en los años juveniles, pero cuando se atiende a ella más tiempo del
debido es la ruina de los hombres.”
El segundo argumento
es que la filosofía nos enseña a pensar, los métodos de pensamiento filosófico
nos ayudan en multitud de problemas. Por último, establece que la filosofía es
un placer, un placer similar, a mi parecer, al de observar una obra de arte, o
escuchar un Concerto de Salieri, y es que la filosofía tampoco difiere tanto
del arte, por ello ¿existe alguna relación entre arte y filosofía?
El arte, ha sido
modo de expresión desde tiempos antiguos, y en guerras y periodos oscuros,
esta forma de expresión ha sido el modo de evitar la censura y la opresión,
escondiendo en sus obras mensajes, o sirviendo de critica al sistema.
Este era el modo que tenían de comenzar a ser libres. La relación, por lo tanto,
está clara. Dice Karl Jaspers que “pensar es comenzar a ser hombre”, y es que el
pensamiento es lo que caracteriza a la filosofía, y la libertad es precisamente
esa capacidad de poder ser alguien, y no algo. Por lo tanto si el arte es el
modo de liberarse que tienen los autores y, pensar es comenzar a ser hombre,
podemos considerar la filosofía como un arte, que poca gente termina de
entender. Aunque este concepto de filosofía como libertad puede ser contradictorio si nos atenemos a la siguiente cita de Nietzsche en la que afirma: “¿conoces a alguien más esclavizado que el
filósofo en su mundo de ideas irreales?”
De ahí que, el arte más
parecido a la filosofía es sin duda, la música, ya que mucha gente cree entender de
música por haber escuchado un par de obras de algún artista clásico, al igual
que mucha gente cree saber de filosofía por haber memorizado un par de frases
de filósofos. No es esto lo que caracteriza la actitud filosófica, sino el
hablar desde algo y no de algo.
Es por tanto
este el motivo por el cual se conoce a la filosofía como a la amiga inútil,
porque todo el mundo cree conocerla, y es alguien que a primera vista cae mal y
parece torpe, pero conviene darle una segunda oportunidad, ya que merece la
pena introducirse en el mundo inteligible, en el mundo de las ideas, del que hablaba
Platón.
Como conclusión,
destacar el hecho de la importancia que debería tener la filosofía en la
actualidad y que no siempre es así. Es fundamental desarrollar una parte humana
en cualquier actividad, y esta misión es propia de la filosofía en la mayoría
de los casos. Muchas veces hacemos filosofía casi sin quererlo aunque eso sería
otro tema de discusión aparte. Por último, plantear una pregunta para realizar
una semicadencia a la dominante, continuando con el ambiente musical: ¿por qué
no dedicamos más horas a una actividad tan productiva como la filosofía?
Ejercicio realizado por Gonzalo Hernández Sanz, alumno de 1º de bachillerato Internacional
Interesante entrada sobre todo para aquellos que se plantean eliminar la filosofía como asignatura obligatoria. Este ejercicio es un claro ejemplo del interés y el beneficio de la filosofía en la educación de hoy en día. En mi caso me hubiera gustado tener la oportunidad de hacer ejercicios como este, en los que razonar y reflexionar, no simplemente limitarnos a memorizar...
ResponderEliminarComo dijo el escritor Juan Benet "La filosofía es la ciencia que complica las cosas que todo el mundo sabe". Creo que esto nos lleva a acomordarnos dejando de lado la filosofía y en consecuencia, como apuntó Descartes, a "tener los ojos cerrados sin tratar de abrirlos jamás".
Comparto, Mónica, palabra por palabra el análisis que realizas sobre la enseñanza de la filosofía y, más concretamente, sobre los planes de estudios, de antes y de ahora.
ResponderEliminarSería fundamental replantearse la enseñanza de la asignatura comenzando por cuarto de la e.s.o., concediendo un horario digno (4 horas semanales) a lo que actualmente es ética (con una hora a la semana y en vías de extinción), para convertirla en una breve introducción a la historia de la ideas con un enfoque mucho más práctico.
Posteriormente, para los dos cursos de bachillerato se podía establecer una lista de temas (epistemología, antropología, política, estética, metafísica..) y elegir dos temas por año para poder trabajarlos en profundidad, dando especial importancia a la lectura de textos y a la realización de disertaciones filosóficas en las que el alumno tuviera que "mojarse" de una manera crítica y reflexiva.
La finalidad sería "hacer filosofía" y poner en práctida el famoso lema kantiano: "sapere aude".
Por eso, y en palabras de Epicuro, decir que todavía no ha llegado la hora de entregarse a la filosofía, o que ya haya pasado, es lo mismo que decir que la hora de ser felices todavía no ha llegado, o que ya se ha ido.
Muchas gracias por el comentario Mónica!!!!!