viernes, 7 de noviembre de 2014

¿TIENE SENTIDO HACER FILOSOFÍA HOY?





En esta disertación hemos de decidir si hacer filosofía hoy en día tiene sentido o no. Pero antes centraremos la atención en unas cuestiones previas: ¿qué es hacer filosofía? y ¿cómo es la vida hoy en día?
Respecto de la primera cuestión, etimológicamente hablando, el término filosofía se refiere al amor por el conocimiento. Dice Schopenhauer que “la filosofía nace del asombro que en nosotros produce el mundo y nuestra propia existencia”. Eso es principalmente la filosofía, un saber de preguntas y no de respuestas, un método de vida que consiste en estar alerta constantemente, cuestionándonos todo aquello que pasa por delante de nuestros ojos, y lo que se escapa a nuestra percepción.
Ante la segunda pregunta, vivimos en una sociedad capitalista, tecnológica y tremendamente consumista, en la que lo único que nos interesa son las cosas útiles. Buscamos respuestas rápidas y concisas a los problemas que nos acontecen y esto se debe al alto nivel de vida que llevamos. Como dice Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida, "en la época actual, la de los grandes descubrimientos técnicos, en el mundo del microchip y del acelerador de partículas, en el reino de Internet y la televisión digital: ¿qué información podemos recibir de la filosofía?”
La sociedad nos ha enseñado a buscarle la utilidad a las cosas, y a desechar aquellas que carecen de la misma. Isaiah Berlin, discípulo predilecto de Wittgenstein, comenzó su vida académica en la rama de la filosofía, pero pronto abandonó este camino para dedicarse a otra cosa. Cuando fue preguntado acerca de ello respondió: “es que quiero estudiar algo de lo que al final pueda saber más que al principio.” ¿Qué subyace en esta afirmación sino el devenir de la sociedad, el abandono de la filosofía para centrarse en algo más útil? Ante esta situación cabe realizarse una nueva pregunta: ¿qué es útil?
A menudo, soy preguntado acerca de la utilidad de mis estudios profesionales en el ámbito de la música: ¿para qué lo haces? ¿De qué te sirve? Pues bien, salvando el hecho de que es una gran fuente de enriquecimiento cultural, no todo lo que hagamos en esta vida ha de ser útil, muchas cosas no lo son, y a muchas otras todavía no las hemos encontrado esa utilidad. Parece ser un gran símil con la filosofía: la filosofía es fundamental e imprescindible en nuestra vida y nuestra sociedad, ¿por qué? Es sencillo. Porque la filosofía nace al mismo tiempo que la ciencia en Mileto, en la Antigua Grecia. Y estas dos amigas han ido de la mano gran parte del tiempo hasta que en una discoteca llamada Renacimiento ambas se enamoraron del mismo chico y se separaron. Desde entonces la ciencia ha crecido exponencialmente, y la filosofía ha ido perdiendo importancia paulatinamente. La ciencia se ha ido convirtiendo en la típica adolescente influenciable que se deja corromper por malas influencias, por nuevos amigos, como el poder. El poder ha corrompido a la ciencia: la información es poder, ¿quién no ha oído hablar de esta frase? 
Los científicos se convirtieron en siervos del poder, y esto ha llevado a grandes desastres en la historia más reciente de la humanidad, véase el caso de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki o de las técnicas de exterminio en los campos de concentración. Por suerte, como todo cuento de Hans Christian Andersen, esta historia tiene un final feliz. La ciencia está siendo consciente de todo el mal que ha hecho y, con el tiempo, volvió a coincidir con una prima de su antigua amiga la filosofía llamada Ética, y esta está consiguiendo, como buena celestina, encauzar las antiguas relaciones que ambas vinieron manteniendo desde hace más de 25 de siglos.
Las malas lenguas, sin embargo, han introducido un murmullo en forma de prejuicio entre ambas amigas. Se trata de la utilidad de la ciencia frente a la inutilidad de la filosofía. Nigel Warburton establece en la introducción de su libro “Filosofía básica” tres argumentos por los cuales la filosofía es útil y merece la pena. El primero de ellos es el de someter la vida a examen. Dice: “una de las razones de mayor peso para dedicarse al estudio de la filosofía es su capacidad para ocuparse de cuestiones fundamentales que afectan al sentido de la existencia.” Todos alguna vez nos hemos preguntado cuál es el sentido de nuestra existencia o por qué estamos en este mundo y no en otro. Estas preguntas, o quizá otras menos trascendentes pero de semejante naturaleza, son a menudo planteadas por los niños a sus padres. Calicles le dijo una vez a Sócrates: “La filosofía es ciertamente, amigo Sócrates, una ocupación grata, si uno se dedica a ella con mesura en los años juveniles, pero cuando se atiende a ella más tiempo del debido es la ruina de los hombres.”
El segundo argumento es que la filosofía nos enseña a pensar, los métodos de pensamiento filosófico nos ayudan en multitud de problemas. Por último, establece que la filosofía es un placer, un placer similar, a mi parecer, al de observar una obra de arte, o escuchar un Concerto de Salieri, y es que la filosofía tampoco difiere tanto del arte, por ello ¿existe alguna relación entre arte y filosofía?
El arte, ha sido modo de expresión desde tiempos antiguos, y en guerras y periodos oscuros, esta forma de expresión ha sido el modo de evitar la censura y la opresión, escondiendo en sus obras mensajes, o sirviendo de critica al sistema. Este era el modo que tenían de comenzar a ser libres. La relación, por lo tanto, está clara. Dice Karl Jaspers que “pensar es comenzar a ser hombre”, y es que el pensamiento es lo que caracteriza a la filosofía, y la libertad es precisamente esa capacidad de poder ser alguien, y no algo. Por lo tanto si el arte es el modo de liberarse que tienen los autores y, pensar es comenzar a ser hombre, podemos considerar la filosofía como un arte, que poca gente termina de entender. Aunque este concepto de filosofía como libertad puede ser contradictorio si  nos atenemos a la siguiente cita de Nietzsche en la que afirma: “¿conoces a alguien más esclavizado que el filósofo en su mundo de ideas irreales?”
De ahí que, el arte más parecido a la filosofía es sin duda, la música, ya que mucha gente cree entender de música por haber escuchado un par de obras de algún artista clásico, al igual que mucha gente cree saber de filosofía por haber memorizado un par de frases de filósofos. No es esto lo que caracteriza la actitud filosófica, sino el hablar desde algo y no de algo.
Es por tanto este el motivo por el cual se conoce a la filosofía como a la amiga inútil, porque todo el mundo cree conocerla, y es alguien que a primera vista cae mal y parece torpe, pero conviene darle una segunda oportunidad, ya que merece la pena introducirse en el mundo inteligible, en el mundo de las ideas, del que hablaba Platón.
Como conclusión, destacar el hecho de la importancia que debería tener la filosofía en la actualidad y que no siempre es así. Es fundamental desarrollar una parte humana en cualquier actividad, y esta misión es propia de la filosofía en la mayoría de los casos. Muchas veces hacemos filosofía casi sin quererlo aunque eso sería otro tema de discusión aparte. Por último, plantear una pregunta para realizar una semicadencia a la dominante, continuando con el ambiente musical: ¿por qué no dedicamos más horas a una actividad tan productiva como la filosofía?


Ejercicio realizado por Gonzalo Hernández Sanz, alumno de 1º de bachillerato Internacional









2 comentarios:

  1. Interesante entrada sobre todo para aquellos que se plantean eliminar la filosofía como asignatura obligatoria. Este ejercicio es un claro ejemplo del interés y el beneficio de la filosofía en la educación de hoy en día. En mi caso me hubiera gustado tener la oportunidad de hacer ejercicios como este, en los que razonar y reflexionar, no simplemente limitarnos a memorizar...
    Como dijo el escritor Juan Benet "La filosofía es la ciencia que complica las cosas que todo el mundo sabe". Creo que esto nos lleva a acomordarnos dejando de lado la filosofía y en consecuencia, como apuntó Descartes, a "tener los ojos cerrados sin tratar de abrirlos jamás".

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  2. Comparto, Mónica, palabra por palabra el análisis que realizas sobre la enseñanza de la filosofía y, más concretamente, sobre los planes de estudios, de antes y de ahora.
    Sería fundamental replantearse la enseñanza de la asignatura comenzando por cuarto de la e.s.o., concediendo un horario digno (4 horas semanales) a lo que actualmente es ética (con una hora a la semana y en vías de extinción), para convertirla en una breve introducción a la historia de la ideas con un enfoque mucho más práctico.
    Posteriormente, para los dos cursos de bachillerato se podía establecer una lista de temas (epistemología, antropología, política, estética, metafísica..) y elegir dos temas por año para poder trabajarlos en profundidad, dando especial importancia a la lectura de textos y a la realización de disertaciones filosóficas en las que el alumno tuviera que "mojarse" de una manera crítica y reflexiva.
    La finalidad sería "hacer filosofía" y poner en práctida el famoso lema kantiano: "sapere aude".
    Por eso, y en palabras de Epicuro, decir que todavía no ha llegado la hora de entregarse a la filosofía, o que ya haya pasado, es lo mismo que decir que la hora de ser felices todavía no ha llegado, o que ya se ha ido.
    Muchas gracias por el comentario Mónica!!!!!

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