domingo, 27 de septiembre de 2015

SER O NO SER





Perdonen, pero estoy un poco cansado. Creo que hoy no estaré muy pendiente de los resultados de las elecciones en Cataluña. Imagino que habrá que perder para ganar, por lo que no tengo nada claro de qué va esto de la experiencia de la derrota, de las humillaciones constantes y de las decepciones del no me quieres. De todas formas, si veo que me aburro mucho, puedo inventarme un enemigo.

"Al igual que las grandes obras, afirmaba Albert Camus (del que me siento más cerca política, cultural e intelectualmente que de ninguno de mis vecinos), los sentimientos profundos siempre significan más de lo que conscientemente dicen".

El problema es que nos hemos acostumbrado a decir sin decir nada. A hablar sin pensar, inconscientemente, de mentira. Y yo creía que la idea de que en política son los medios los que deben justificar el fin, guardaba una estrecha relación con un comportamiento ético mayoritariamente compartido por seres morales, o cuanto menos racionales. Palabras, palabras, palabras...

Sin embargo, parece evidente que un nacionalista (nótese que digo nacionalista, no hay calificativo, ni existe una identificación geográfica, lo digo por las malas interpretaciones) parece distante de ese comportamiento. No debate, enuncia, denuncia, descalifica, llora, protesta..., nunca es suficiente. Sin embargo, le cuesta argumentar, intercambiar opiniones, ¡sus propias opiniones!, dar razones... Y por eso es tan difícil encontrar presupuestos que definan una buena comunicación basada en el entendimiento, porque lo primero que deben superar estos prohombres, elegidos tan democráticamente cada cuatro años, son los acuerdos por conveniencia.

Vaya por delante que no me considero ningún salvapatrias. No soy nacionalista, ni mucho menos un buen consejero. Mi escepticismo, en ocasiones moderado, en ocasiones radical, me permite sobrevivir a la espera de una utopía que, en el mejor de los casos, me llevará al desencanto. Lo sé, soy consciente y lo asumo. Pero tengo muy claro que la conveniencia se opone al bien común, de la misma manera que el monólogo se opone al diálogo, y que las buenas personas son mejores que las otras.

Hoy mismo, Fernando Savater publicaba un artículo titulado Lo nuestro en el que afirma lo siguiente: "Es lícito no “sentirse” español pero no hace falta proclamarlo de modo altisonante, porque entonces parece que uno se siente superior.Yo no me siento sino que me “sé” español. España es el nombre de lo que respalda mi ciudadanía, mis derechos y obligaciones, mi libertad de perfilar las identidades que prefiero. Eso no es poco, porque vivimos en un mundo donde millones de personas se juegan la vida huyendo de guerras, tiranías, persecuciones religiosas, atraso endémico y buscan en nuestras democracias precisamente esos derechos y garantías que la ciudadanía ofrece. De modo que en tal sentido despreciar a “España” es un esnobismo exhibicionista bastante indecoroso. Sobre todo porque este país ha luchado mucho para conseguir esas libertades para todos y vuelve ahora a tener que enfrentarse con enemigos corruptos o disgregadores. Cuando veo una bandera española es como cuando veo una bandera de la cruz roja: señala un sitio en que seré atendido. Mi modelo de patriota es el protagonista de la película Alamo Bay del gran Louis Malle: un vietnamita recién nacionalizado americano que lucha contra las mafias y la xenofobia por defender los derechos de su nueva condición.
En sus Charlas de café escribe Ramón y Cajal: “Hay un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; otro fuerte y activo: el orientado al porvenir. Entre preparar un germen y dorar un esqueleto, ¿quién dudará?”. Decir patria es decir “nosotros”. Contra ello previno Cioran, para quien el que dice “nosotros” casi siempre miente. Pero hay un “nosotros” defendible y asumible, yo diría que hasta necesario: el “nosotros” que no supone “no-a-otros”. Esa es la palabra más difícil de pronunciar."

Enrique López Martín
Imagen: El Roto (viñeta)

4 comentarios:

  1. A mi, al contrario que al roto, no me hace dudar esta incertidumbre. Está muy claro lo que les pasa a estos "nacionalsocialistas". Quieren vivir a costa de la opresora España durante otros cuatro o más años. Y la culpa la tiene todos aquellos que les han dado alas para llegar a esta situación. Puedo empezar por el periódico donde publica sus dibujos el roto. Les ha reído las gracias desde el principio, no en vano Cebrián, tiene algún negocio con los Pujol y compañía. Pero no solo estos, también el propio gobierno.
    Es vergonzoso a la situación que se ha llegado, sobre todo cuando no tienes la culpa de nada, pero te hacen ver que tienes toda la culpa. Somos unos miserables fascistas que no permitimos que haya "libertad" en su "patria" financiada por todos.
    Se van a marchar de casa, ¡por fin se independizan! y se van de casa, eso sí, como buenos padres, les seguiremos pagando sus gastos, les lavaremos la ropa, se la plancharemos y les llenaremos la nevera una vez a la semana.
    Estimado amigo, estos todavía no han salido de la "caverna" siguen viendo sombras creyendo que son reales.
    Un abrazo.

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    1. Pues habrá que acabar con el mito entonces.
      Gracias por el comentario maestro

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  2. Pues sí Quique, muy clarificador. España fue, es y sospecho que seguirá siendo un país de analfabetos políticos. Para nosotros la política es como el fútbol, no atiende a razones. Condenados estamos a repetir nuestra historia y unos pocos vociferantes nos quieren llevar de nuevo al desastre. Me parece increíble que en pleno siglo XXI, en la era de la información, se sigan comprando semejantes argumentos. Que la gente no intente realizar una lectura crítica de la historia ni de la situación real sobre la que se han construido estos mitos. Pero ya sabes, "estamos ahogados en información, pero famélicos de conocimiento".

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    1. A vueltas con la racionalidad y el conocimiento, creo que deberíamos trabajar mucho más en la palabra y en la escucha, y no dejar que otros piensen por nosotros. El obstáculo es, sobre todo, la desinformación y todo lo feo que nos llevan vendiendo y contando desde hace demasiado tiempo.
      Deberíamos reivindicar la figura del tábano, de ese Sócrates, que se erigió en el despertar de las conciencias como ciudadano y frente a los mitos.
      Gracias por el comentario, Jesús

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